Es curioso como la adversidad puede unir a las personas. En el campamento militar conocí a
Juanan, un tipo flacucho al que seguí viendo después, ya que vive en Toledo, cerca de Madrid. Pronto comenzamos a tomar por costumbre ir al parque de Berlín a jugar al fútbol los domingos por la tarde, en los tiempos en que estaba permitido y, si teníamos dinero, ir a tomar unas cañas después, e incluso en alguna ocasión ver al Madrid en el Bernabeu.
Tras más de una década sin saber de él, me ha alegrado saber que sigue existiendo y que tiene una familia. Después de todo Facebook no va a ser un invento tan malo.
Juanan, nos leemos. Esto no es lo mismo que las tardes en Prosperidad, pero algo es algo.